lunes, enero 15, 2007

TU PEQUEÑO VESUBIO

Pues mira que te lo he dicho, siempre acaba amaneciendo. Pero no te das por enterado, ya ves, abre las ventanas y mira, sobre la montaña que tu llamas el Pequeño Vesubio, hay un sol radiante que comienza a asomar.

No te voy a consentir más que me digas que si abres la ventana el día estará nublado, incluso con el cielo encapotado, está saliendo el sol, tu no lo ves, pero está ahí, esperando a que salgas al balcón y respires aire fresco.

Espero que sea el último día que te llamo a estas horas que sabes que son tan incómodas para mi, aunque sabes que soy ave nocturna, pero tranquilo, no he bebido, no acabo de llegar a casa, me he levantado con la intención de hacerte ver el sol.

El Pequeño Vesubio, como tantas veces has estado acertado en el nombre, cada mañana, la pequeña colina al otro lado de la ría, cuando comienza a clarear el día, tu cerro comienza a colorear, se tiñe de naranja y rojizo, y parece como si entrase en erupción. Cuantas veces me has descrito esta postal, cuantas veces me has animado a ver contigo la aurora, en las madrugadas cálidas del mes de junio, cuantas veces me resistía, y cuantas veces te he estropeado esta preciosa estampa bajo X grados de alcohol en la sangre. Eres de los pocos que aprecian un placer tan sano, tan económico y tan puro. Pues ahora te doy ánimos. Mira tu Pequeño Vesubio.

Hoy es enero, y el sol no está sobre tu Pequeño Vesubio, se ha desplazado, sale de entre aquellas casas que se ven a lo lejos, yo que todavía las puedo ver, y tu que siempre has tenido mejor vista que yo también. Nunca las has querido fotografiar, decías que se podía fotografiar casi todo, excepto esas casas, y de hecho creo que nunca lo has hecho. Otra vez más te reto, las verás con los ojos con los que las veo yo, hoy me han parecido preciosas, incluso parece como si el cráter de tu volcán se hubiese movido de sitio, se que las acabarás fotografiando, muy pronto, porque antes para mi ver salir el sol, apenas tenía significado.

No te puedes ver las casas que parecen de fuego, quizá mañana ya no las veas, es una oportunidad única, y el próximo día el sol se desplazará y alumbrará el otro pequeño monte, aunque siempre puedes ponerle un nuevo nombre.

Deja de pensar tanto, y abre las ventanas, verás el reflejo del sol brillando sobre el mar, y como tu siempre has dicho, hay cosas que no tienen precio.

Homenaje a X.L.G.

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